El vertiginoso
ritmo de la vida moderna dentro de las grandes ciudades, con su agresiva aspereza
y su plástica artificialidad que nos aleja cada vez más del universo natural,
nos impide sintonizarnos con nuestra esencia de criaturas diseñadas para ser
felices, a través del vínculo umbilical con el planeta verde y azul al que
pertenecemos. ¡Sí, esta esfera ataviada de montañas, colinas, selvas, bosques,
praderas, pantanos, ríos, lagunas y mares desbordantes de formas de vida!
Es
así, que las pantallas de Lumbela, nos van revelando un mosaico de flores, jaguares
en posición de alerta, picaflores y mariposas revoloteando en selvas profundas,
jirafas y elefantes a los pies del volcán Kilimanjaro, árboles exuberantes y
mágicos, guacamayos vigorosos, espléndidos tigres camuflados entre el follaje,
peces tropicales en arrecifes coralinos y mucho, mucho más.
 |
El beso mágico de la primavera multiplica los frutos
de la tierra y disemina vigorosas pinceladas florales sobre resecos y
ancestrales pergaminos, que se visten de luz y desbocada alegría.
|
 |
La blanca superficie que abraza al inerme cilindro de
metal, se entrega al soplo sutil de una tímida y minimalista ráfaga de brisa
que trae la bendición de los ecos primaverales de la reproducción.
|
 |
Flores, lianas, hojas y tímidos brotes se entrelazan
en una intrincada malla de posibilidades, en la que todo se rige por la energía
primigenia de la fecundidad.
|
 |
Capturar los colores que la savia y el sol
estamparon en tallos, hojas y flores, es la misión que el pergamino asume con
naturalidad y que la luz estimula con sutil esplendor.
|
Así como la hacen la pirámide maya de Chichen Itzá y la egipcia de Keops, la pirámide floral de Lumbela atrae nuestras miradas y nos transporta a un universo de armonía y fascinación, donde cada faceta rememora la sutileza de los campos bendecidos por el beso de la lluvia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario